Romanticismo: Palabras, imágenes y música

Caminante sobre un mar de nubes. Caspar David Friedrich (1774-1840)

Caminante sobre un mar de nubes. Caspar David Friedrich (1774-1840)

               Mi corazón, este corazón, única cosa que me enorgullece, única fuente de fuerza, de felicidad y de infortunio. ¡Ah! Lo que yo sé cualquiera lo puede saber; pero mi corazón sólo lo tengo yo.

Las desventuras del joven Werther (1774). J. W. Von Goethe

    Mi alma yace en soledad profunda
árida, ardiente, en inquietud continua,
cual la abrasada arena del desierto
que el seco viento de la Libia agita.        

J. De Espronceda               

Ruinas del monasterio de Oybin- C. D. Friedrich

Ruinas del monasterio de Oybin- C. D. Friedrich

      «Cuando el hombre no se encuentra a sí mismo no encuentra nada.»

                                         Werther (1774).J. W. Von Goethe

(…) En efecto, Manrique amaba la soledad, y la amaba de tal modo, que algunas veces hubiera deseado no tener sombra, porque su sombra no le siguiese a todas partes.

Amaba la soledad, porque en su seno, dando rienda suelta a la imaginación, forjaba un mundo fantástico, habitado por extrañas creaciones, hijas de sus delirios y sus ensueños de poeta, tanto, que nunca le habían satisfecho las formas en que pudiera encerrar sus pensamientos, y nunca los había encerrado al escribirlos (…)

(…) En las nubes, en el aire, en el fondo de los bosques, en las grietas de las peñas, imaginaba percibir formas o escuchar sonidos misteriosos, formas de seres sobrenaturales, palabras ininteligibles que no podía comprender.

¡Amar! Había nacido para soñar el amor, no para sentirlo. Amaba a todas las mujeres un instante: a ésta porque era rubia, a aquélla porque tenía los labios rojos, a la otra porque se cimbreaba al andar como un junco (…)

                                                                     El rayo de luna. G.A. Bécquer

Retrato de María Bricknell. John Contestable (1776-1837)

Retrato de María Bricknell. John Contestable (1776-1837)

Rima XX

Sabe, si alguna vez tus labios rojos
quema invisible atmósfera abrasada,
que el alma que hablar puede con los ojos,
también puede besar con la mirada.

Rima XXI

¿Qué es poesía?, dices, mientras clavas
en mi pupila tu pupila azul,
¡Qué es poesía! ¿Y tú me lo preguntas?
Poesía… eres tú.
Gustavo Adolfo Bécquer (1836-1870)

 

 

 

RIMA XXIX

Sobre la falda tenía
el libro abierto,
en mi mejilla tocaban
sus rizos negros:
no veíamos las letras
ninguno, creo,
mas guardábamos entrambos
hondo silencio.


¿Cuánto duró? Ni aun entonces
pude saberlo;
sólo sé que no se oía
más que el aliento,
que apresurado escapaba
del labio seco.
Sólo sé que nos volvimos
los dos a un tiempo
y nuestros ojos se hallaron
y sonó un beso.


Creación de Dante era el libro,
era su Infierno.

Cuando a él bajamos los ojos
yo dije trémulo:
«¿Comprendes ya que un poema
cabe en un verso?»
Y ella respondió encendida:
«¡Ya lo comprendo!»

G. A. Bécquer

Tristán e Isolda. Edmund Blair Leigthon (1830-1896)

Tristán e Isolda. Edmund Blair Leigthon (1830-1896)

       La noche de difuntos me despertó a no sé qué hora el doble de las campanas; su tañido monótono y eterno me trajo a las mientes esta tradición que oí hace poco en Soria. Intenté dormir de nuevo; ¡imposible! Una vez aguijoneada, la imaginación es un caballo que se desboca y al que no sirve tirarle de la rienda. Por pasar el rato me decidí a escribirla, como en efecto lo hice.

       Yo la oí en el mismo lugar en que acaeció, y la he escrito volviendo algunas veces la cabeza con miedo cuando sentía crujir los cristales de mi balcón, estremecidos por el aire frío de la noche (…)                                                  

       » Los servidores acababan de levantar los manteles; la alta chimenea gótica del palacio de los condes de Alcudiel despedía un vivo resplandor iluminando algunos grupos de damas y caballeros que alrededor de la lumbre conversaban familiarmente, y el viento azotaba los emplomados vidrios de las ojivas del salón.

       Solas dos personas parecían ajenas a la conversación general: Beatriz y Alonso: Beatriz seguía con los ojos, absorta en un vago pensamiento, los caprichos de la llama. Alonso miraba el reflejo de la hoguera chispear en las azules pupilas de Beatriz (…)   

-(…) pero hoy se celebran Todos los Santos, y el tuyo ante todos; hoy es día de ceremonias y presentes. ¿Quieres aceptar el mío?

     Beatriz se mordió ligeramente los labios y extendió la mano para tomar la joya, sin añadir una palabra.

     Los dos jóvenes volvieron a quedarse en silencio, y volviose a oír la cascada voz de las viejas que hablaban de brujas y de trasgos y el zumbido del aire que hacía crujir los vidrios de las ojivas, y el triste monótono doblar de las campanas.

Monasterio de Graveyard nevado- C. D. Friedrich

Monasterio de Graveyard nevado- C. D. Friedrich

     Al cabo de algunos minutos, el interrumpido diálogo tornó a anudarse de este modo:

     -Y antes de que concluya el día de Todos los Santos, en que así como el tuyo se celebra el mío, y puedes, sin atar tu voluntad, dejarme un recuerdo, ¿no lo harás? -dijo él clavando una mirada en la de su prima, que brilló como un relámpago, iluminada por un pensamiento diabólico.

     -¿Por qué no? -exclamó ésta llevándose la mano al hombro derecho como para buscar alguna cosa entre las pliegues de su ancha manga de terciopelo bordado de oro… Después, con una infantil expresión de sentimiento, añadió:

     -¿Te acuerdas de la banda azul que llevé hoy a la cacería, y que por no sé qué emblema de su color me dijiste que era la divisa de tu alma?

     -Sí.

     -Pues… ¡se ha perdido! Se ha perdido, y pensaba dejártela como un recuerdo.

     -¡Se ha perdido!, ¿y dónde? -preguntó Alonso incorporándose de su asiento y con una indescriptible expresión de temor y esperanza.

     -No sé…. en el monte acaso.

     -¡En el Monte de las Ánimas -murmuró palideciendo y dejándose caer sobre el sitial-; en el Monte de las Ánimas!»

El monte de las ánimas. G. A. Bécquer

             Rima LII                          

Olas gigantes que os rompéis bramando
en las playas desiertas y remotas,
envuelto entre la sábana de espumas,
¡llevadme con vosotras!

Ráfagas de huracán que arrebatáis
del alto bosque las marchitas hojas,
arrastrado en el ciego torbellino,
¡llevadme con vosotras!

Nube de tempestad que rompe el rayo
y en fuego ornáis las sangrientas orlas,
arrebatado entre la niebla oscura,
¡llevadme con vosotras!.

Llevadme, por piedad, a donde el vértigo
con la razón me arranque la memoria.
¡Por piedad! ¡Tengo miedo de quedarme
con mi dolor a solas!

 

Ofelia. John Everett Millais (1829- 1896)

Ofelia. John Everett Millais (1829- 1896)

Rima LXVI

¿De dónde vengo?… El más horrible y áspero
de los senderos busca:
las huellas de unos pies ensangrentados
sobre la roca dura;
los despojos de un alma hecha jirones
en las zarzas agudas
te dirán el camino
que conduce a mi cuna.

¿Adónde voy? El más sombrío y triste
de los páramos cruza;
valle de eternas nieves y de eternas
melancólicas brumas.
En donde esté una piedra solitaria
sin inscripción alguna,
donde habite el olvido,
allí estará mi tumba.

G. A. Bécquer

Tumba de Kügelgen. C. D. Friedrich

Tumba de Kügelgen. C. D. Friedrich

LA MODA ROMÁNTICA

Desde octubre de 2016 hasta marzo de 2017, el Museo del Romanticismo de Madrid, junto con el Museo del Traje,  mantuvieron una exposición dedicada a la moda romántica. En ella se pudieron ver una veintena de modelos (procedentes en su mayor parte del Museo del Traje) ubicados en las distintas salas del antiguo palacete del Marqués de Vega-Inclán. Fracs, levitas y chalecos de caballero, junto con trajes femenino de paseo, de baile o de novia, que ofrecían una visión global de este fenómeno y de los usos sociales de la moda en el siglo XIX.

Un vistazo a la imágenes siguientes pueden ayudaros a humanizar y comprender mejor a los escritores que estudiaremos, así como el mundo que les rodeaba.

Traje. 1865 - 1868. En satén de color negro y coral con decoración de aplicación de pasamanería (Museo del Traje. CIPE)

Catálogo de «La moda del Romanticismo»

Quizá la obra más representativa del Romanticismo español, junto con las Rimas de Bécquer, sea D. Juan Tenorio de José Zorrilla. Tradicionalmente, se representaba la víspera del Día de los Difuntos porque el último acto se escenifica en un cementerio. En el siguiente enlace de la R.A.E. podéis ver el manuscrito original y bastante  información de la obra.

Manuscrito de "D. Juan Tenorio"

Manuscrito de «D. Juan Tenorio»

http://www.rae.es/noticias/la-biblioteca-de-la-rae-conserva-el-manuscrito-de-don-juan-tenorio